Universidad Católica Boliviana "San Pablo"

322 BOU VI A En el tiempo en que España encontró su nuevo caudal en América, la caballería an- dante no había perdido todavía su romántica influencia y su encanto y muchos caballeros atravesaron el mar }• pasaron los nevados z\ndes en busca de a\'enturas, para probar su devoción ó quizás para encontrar riqueza que reparara una fortuna perdida y les diera títulos para pedir la mano de alguna noble dama de su elección. Porque en las leyes tradicionales de la caballería, la pobreza era considerada, como lo es bajo un código más moderno, si no un crimen, por lo menos una barra siniestra en el escudo de armas del sentimiento. En los romances escritos de aquellos días el héroe popular volvía inesperadamente de Potosí con tesoros incontables que ponía á los pies de la reina de su corazón, después de destruir á su rival y de alcanzar fama por muchos brillantes actos de valor. El autor de Don Quijote se refiere naturalmente á Potosí como á un sinónimo de fabulosas riquezas y difícilmente un escritor de aquel tiempo no hallaba ocasión de usar el nomlire de la montaña de plata, para indicar la idea de excesiva abundancia. La noticia de que la ciudad de Potosí, que recibió el nombre de \"illa Imperial por orden del Em]")erador Carlos V, había gastado diez millones de pesos en las fiestas de la coronación de su sucesor, Felipe II, no produjo sorpresa, por- que se suponía que los millones rodal^an como guijas en la falda de la famosa ciudad. Un cronista del siglo XVI estima en seis millones de pesos el monto de la (¡quinta real» que se pagaba anualmente por impuestos y saliiendo las facilidades que existían j^ara evadir la le}^ agrega: «¡Y qué sería lo que se dejó de quintar!» Improbables como parecen algunas de las historias que se refieren del Cerro, hay más verdad que mentira en los relatos de extra- vagancia y lujo que nos han sido atribuidos en los .liialcs de la lilla Imperial. Se re- cuerda que el monto de la plata que fué sacada de Potosí, desde la fecha del descubrimiento en 1545 hasta el ])rinci])i() del siglo XIX, fué tres mil trescientos noventa y cuatro millones de pesos, y un cálculo li])eral da i)r(')xiniamente cuatro mil millones de jksos como el total de la plata sacada del Cerro de Potosí hasta el presente. Curiosos y antiguos documentos re- lativos á la historia de esta gran montaña de ])lata, han sido recogidos y publicados por el señor Don Vicente üallixian y Rujas, en un volumen de encantador interés. En un pá- rrafo dice que: «En 1566 un noble español que estaba entrando en la mina de Cotamíto con sus trabajadores indios, tro])ezó con un objeto c|ue resultó ser un Crucitíjo magnilíco, de ])!ala pura, siendo de rosicler los brazos y las piernas, evidentenienlc torni.'Kln |)or la nalu- raleza, bajo dirección divina.» \'ino á ser el objeto de muchos comenlarios 3' fué sostenido que era un signo de f|ue la ])oderosa mano de Dios protegería la futura prosperidad de esta mina extraordinaria. I'".l ("rucifiJD fué en\i,ulu á I'.spaña y colur.'ido en ];i iglesia de San Agustín de üarcelona. ()tra crónica refiere <|ue uno de los rims pi-opietarios de la mina Cotamíto, Don Antonio López de (Juiroga, pagó en quintas al re\- de España nada menos (|Ue f|uince nnilones de pesos. Conforme á est.a .'uitoridad. el gran millonario e-iaba \\\v.\ vez visitando al Virrey en Lima, cuando un oficial de la casa hizo noiar (|ue los gastos del esta- blecimiento del Virreinato montaban á la exorbitante suma de cuatrocientos pesos por se- mana, f|uc en a(|Uellf)s días era considcraila una gr;ni eNlr;i\ag;uicia. ((jl'.ien, yo gasto la misma suma en velas en mis nnnas de l'otosi !», resiioiidio i'l \isilante.

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